Coronavirus ataca de nuevo

SARS-Cov-2

El SARS-Cov-2 provoca COVID19.

Logo Glocalfilia

La Crónica de Hoy – 4 de marzo 2020.

Los coronavirus son muy comunes y pueden causar enfermedades leves en humanos. Pero dos de ellos causaron epidemias graves: el síndrome respiratorio agudo severo (SARS-CoV) en 2002 y síndrome respiratorio del Medio Oriente (MERS-CoV) en 2012. A principios de enero 2020 se identificó uno nuevo: SARS-CoV-2, causante de casos de neumonía en China, a fines de diciembre 2019, vinculados a un mercado de animales vivos en la ciudad de Wuhan. Es decir, se originaron en animales, pero ahora ya se transmiten de persona a persona, mediante postillones (estornudos, tos), de personas infectadas. El período de incubación máximo es de 14 días. La enfermedad, denominada COVID-19, presenta síntomas de infección respiratoria aguda (fatiga, fiebre, dolor muscular, tos, dificultad respiratoria). Los pacientes con enfermedades crónicas preexistentes y los ancianos son los más propensos a desarrollar formas graves (www.inrs.fr/actualites/coronavirus-SARS-CoV-2-COVID-19.html).

Los virus (del latín iurus, veneno, mal olor, infección) son estructuras de proteínas y ARN o ADN, de 10 a 400 nanómetros (milésimas de micra). Para reproducirse requieren utilizar el metabolismo y los componentes de las células que invaden. Se descubrieron entre fines del siglo XIX y principios del siglo XX. Desde el desarrollo del microscopio electrónico durante los 1930 es posible observarlos. Durante la segunda mitad del siglo XX se avanzó mucho en la comprensión de estas estructuras no vivientes, pero capaces de reproducirse. Actualmente se sabe que son omnipresentes, los océanos son un inmenso reservorio de virus —con una concentración promedio en superficie de diez mil virus por milímetro cúbico—, donde juegan un importante papel en el control de explosiones poblacionales planctónicas, así como en los ciclos biogeoquímicos, en particular en el ciclo del carbono oceánico ya que, cada día, aproximadamente 20% de la biomasa microbiana oceánica (fitoplancton, zooplancton y procariontes) es eliminada por los virus (https://www.nationalgeographic.com.es/ciencia/oceano-existen-200000-tipos-virus-distintos_14300/4).

Se les clasifica por tipo de genoma (ARN, ADN), por tipo de transcripción y por tipo de cápside. Los coronavirus son tipo ARN, familia Coronaviridae, subfamilia Coronavirinae, del orden Nidovirales (en forma anidada). Presentan cuatro géneros: AlfacoronavirusBetacoronavirusGammacoronavirus y Deltacoronavirus. Los dos primeros infectan solamente a mamíferos, causando enfermedades respiratorias e intestinales en humanos y otros animales. Los dos últimos infectan a aves y, unos cuantos, también a mamíferos. Dos Betacoronavirus causaron el SARS-CoV de 2003 y el MERS-CoV de 2012 —otros cuatro (HCoV-NL63, HCoV-229E, HCoV-OC43 y HKU1) inducen enfermedades respiratorias leves en humanos inmunodeficientes, aunque pueden causar infecciones graves en bebés, niños pequeños y adultos mayores (www.nature.com/articles/s41579-018-0118-9).

Los coronavirus no se consideraban altamente patógenos para humanos hasta que apareció el SARS-CoV en 2002 y 2003 en Guangdong, China (mortalidad de 10% entre infectados) y, en 2012, el MERS-CoV en países del Medio Oriente (mortalidad 30%). El SARS-CoV infecta las células epiteliales bronquiales ciliadas y los neumocitos (células de los alveolos pulmonares que incrementan la capacidad de intercambio de gases); el MERS-CoV infecta células epiteliales bronquiales no ciliadas y neumocitos. Todo parece indicar que ambos coronavirus se originaron en murciélagos, pero civetas de mercado y dromedarios, respectivamente, los transmitieron directamente a humanos. Su potencial de propagación a otros mamíferos se ha constatado con el síndrome de diarrea aguda porcina (SADS-CoV).

Los virus se encuentran en todos lados y cumplen funciones importantes en el funcionamiento de los ecosistemas, aunque muchas todavía desconocidas. Solamente algunos resultan patógenos para humanos. Sus tasas de mutación son muy elevadas, particularmente los de tipo ARN, por lo que es absolutamente normal que aparezcan nuevas variedades y, algunas de ellas, resulten infecciosas para el Homo sapiens. Pero el caso del SARS-CoV-2, que induce COVID-19, no forma parte de los más dañinos (mortalidad 3.4%). Afortunadamente contamos con la OMS y otras excelentes capacidades instaladas de prevención, detección, alerta temprana y monitoreo ante este tipo de fenómenos de la naturaleza (www.who.int/csr/disease/coronavirus_infections/es/ & https://systems.jhu.edu/research/public-health/ncov/). 

No parece que las instituciones mexicanas de salud puedan responder apropiadamente, habida cuenta de las modificaciones al andamiaje institucional del sector salud que ha impuesto López Obrador (www.gob.mx/salud/documentos/nuevo-coronavirus).

Disponer de mejor y más oportuna información no debe implicar pánicos, sino tranquilidad y actuar racionalmente. En todo caso, es indispensable mantener las manos limpias, no tocarse la cara sin antes lavarlas y huir de los postillones de toses y estornudos; para lo cual, resultará indispensable la estrategia de distanciamiento social exhaustivo. Y cuando lleguen las vacunas, habrá que administrarlas universalmente…