Y la 6ª causada por Homo sapiens.
La Crónica de Hoy – 21 de noviembre 2018.
En un contexto de numerosas publicaciones científicas que demuestran que las tasas de extinción en las que nos encontramos actualmente son equivalentes a las de las grandes extinciones masivas en la historia de la Tierra, el 30 de octubre fue presentado el informe bianual del WWF: «Reporte planeta viviente 2018»; con un trágico mensaje: «la humanidad ha hecho desaparecer 60% de las poblaciones animales silvestres desde 1970; inmensa pérdida que es una tragedia en sí misma, pero, además, amenaza la supervivencia de nuestra civilización».
No es la primera vez que este mensaje se hace público, aunque continúe invisible para tomadores de decisiones gubernamentales y de todas las actividades económicas (con honrosas, contadas, excepciones). Se trata de un mensaje de urgencia ante una catástrofe anunciada, ante la cual el cambio climático antropogénico se queda corto en consecuencias adversas para el bienestar humano. Porque la biodiversidad es el fundamento de nuestra vida en la Tierra, somos solamente una especie más y dependemos absolutamente de ella. Tenemos que reconocer que somos resultado de la evolución de la vida en nuestro planeta, para entender por qué estamos obligados a detener esta sexta gran extinción.
Después de la gran expansión de la diversidad de la vida en la Tierra durante el Cámbrico, cuando aparecieron los organismos pluricelulares hace 540 millones de años (Ma), se registran cinco grandes extinciones masivas.
- La primera, hace 439 Ma, a fines del Ordovícico y principios del Silúrico, acabó con 85% de la diversidad.
- La segunda, hace 367 Ma, durante la transición del Devónico al Carbonífero, hizo desaparecer 82%.
- La tercera, hace 251 Ma, la más intensa, del Pérmico al Triásico, extinguió 92%.
- La cuarta, hace 210 Ma, del Triásico al Jurásico, acabó con 76%. Y
- La quinta, la más conocida porque extinguió a los dinosaurios hace 65 Ma, entre el Cretácico y el Terciario.
En todas ellas, eventos espaciales (la primera por radiaciones de supernova que impactaron la Tierra; la tercera y la quinta por impactos de meteoritos) y geológicos (grandes movimientos de placas tectónicas con inmensa actividad volcánica) causaron cambios a gran escala en la biosfera que determinaron la desaparición de tantas especies.
Por fortuna, a cada evento de extinción masiva sucede una nueva y gran radiación adaptativa. Procesos de especiación a lo largo y ancho del planeta, en los que nuevas especies ocupan nichos ecológicos abandonados por los procesos de extinción. De hecho, los periodos geológicos están marcados por estos procesos de extinción y especiación con biodiversidad renovada.
Los mamíferos proliferaron y se expandieron por toda la Tierra después de la última gran extinción (cuando desaparecieron los dinosaurios) y forman parte de los procesos evolutivos del Eoceno durante el cual, hace 55 Ma aparecieron los adápidos, nuestros ancestros primates. Los linajes que dieron lugar a los homínidos aparecieron hace alrededor de 15 Ma, de los cuales derivan gorilas, orangutanes, chimpancés, australopitecos y humanos. De estos linajes originarios, los orangutanes se separaron hace 11 Ma, los gorilas hace 9 Ma, los chimpancés hace 6 Ma, los australopitecos hace 4.5 Ma y los humanos hace 2.5 Ma. Estos últimos constituyen el género Homo, de los cuales los más antiguos son H. habilisy H. rudolfensis, seguidos por H. ergaster, H. erectus(campeón de la supervivencia Homo, vivió 1.5 Ma), H. floresiensis, H. antecesor, H. heidelbergensis, H. rhodesiensis, H. neanderthalensisy H. devoniano, hasta la aparición del Homo sapiens, nosotros, hace poco más de 300 mil años. En pocas palabras, pertenecemos a una diversidad de seres vivos que se produjo durante los últimos millones de años y que configuró un medio ambiente, durante los últimos cientos de miles de años, en el cual emergimos y podemos sobrevivir.
Todos los escenarios tendenciales, de cómo continuarán las actividades humanas impactando negativamente los procesos de la biosfera que aseguran nuestra supervivencia, indican mayor pérdida de biodiversidad, cuyas consecuencias funcionales apenas empezamos a observar con la extinción de polinizadores. La teoría de la evolución demuestra que todas las especies tienen una probabilidad de extinción, entre >0 y 1; entre más se aproximen a 1, mayor su probabilidad de extinción; lo cual depende de qué tanto mantengan su adaptación ante un medio ambiente que cambia en el tiempo (la selección natural). [En microevolución la probabilidad de extinción puede estimarse mediante procesos de ramificación, o procesos Galton – Watson: ver aquí].
Homo sapiens, artificioso como ninguna otra especie, ha logrado una evolución exosomática que le permite vivir como nunca, sobre todo desde la revolución industrial. Pero los efectos negativos de esta civilización sobre el soporte de la vida en la Tierra han modificado profundamente su medio ambiente, con lo que disminuye su adaptación e incrementa su propia probabilidad de extinción.
Urge que la comunidad internacional, reunida en la COP14 de biodiversidad (https://www.cbd.int/cop/), tome medidas definitivas para evitar esta sexta gran extinción masiva. ¡Última llamada!